China ha iniciado una nueva campaña de concientización pública sobre la seguridad del Estado tras el primer «día de la educación de seguridad nacional» recientemente.
Una parte de la campaña se titula «Amor peligroso» y trata de advertir a los ciudadanos chinos sobre el posible peligro de confiar en extraños de buen aspecto que pueden tener intenciones ocultas. La historieta publicada en conjunción con la campaña cuenta la historia de «Little Li», una joven funcionaria civil china que conoce a «David», un hombre pelirrojo en una cena.
David, que es en realidad un espía que trabaja para un gobierno extranjero, logra seducir a Li. La relación prospera y la chica, por alguna razón, se compromete a llevar a David a su oficina del gobierno y mostrarle todos los documentos clasificados a los que ella tiene acceso.
La campaña refleja los esfuerzos crecientes del presidente de China, Xi Jinping, de reforzar el dominio del partido en el poder en medio de un rápido desarrollo y mayor acceso a información del exterior, especialmente en línea. El año pasado, la legislatura China aprobó una controvertida ley de seguridad nacional, que permitió ajustar mucho más el control del gobierno sobre Internet. Zhang Xuezhong, abogado y ex profesor de la Universidad del Este de China de Ciencia Política y Derecho, dijo a la BBC que la ley era una «declaración ideológica», que permitiría «más censura cultural y represión de los disidentes».
China sigue siendo el verdugo más prolífico de sus propios ciudadanos en el mundo, de acuerdo a grupos de vigilancia civil, tales como la Dia Hua Foundation. Mientras que los datos de ejecuciones no están públicamente disponibles, el grupo estima que hubo alrededor de 2.400 ejecuciones en 2013, siendo los datos más recientes que han publicado, una cifra relativamente baja en comparación con las 12.000 ejecuciones en 2002.
Los esfuerzos de China para controlar esas cifras y reformar el sistema de justicia criminal en 2007 concedieron al Tribunal Popular Supremo la facultad de revisar las sentencias de muerte caso por caso. Aún así, los acusados en espera de ejecución son a menudo ejecutados por delitos no violentos, tales como tráfico de drogas, recaudación de fondos ilegales, y espionaje. Dia Hua destaca también que a partir del conjunto de datos de 2010 que es «poco probable que muestre una tendencia a disminuir la pena capital» y que todos los esfuerzos anteriores para reducir el número de ejecuciones probablemente serían compensados por las sentencias de muerte dictadas durante la reciente lucha contra el terrorismo y la caza de corruptos.