¿Quién vigila a los que vigilan? Para mucha gente, la respuesta a esa pregunta son las cámaras corporales. Estos dispositivos proveen la mejor y más neutral evidencia para los distintos casos con los que los oficiales de policía deben enfrentarse a diario. Son observadores de lo que realmente ocurre y están diseñadas para que sea muy difícil alterar o modificar lo que registran.
Debido a varios hechos de brutalidad policial ocurridos en Estados Unidos, más de 140000 personas firmaron una petición a la Casa Blanca para que cree una ley que obligue a todos los policías a usar cámaras corporales. Algunos estados de dicho país ya están explorando el uso de cámaras y otros están empezando a considerar la posibilidad. Pero antes de seguir adelante es interesante conocer como funcionan estas cámaras que pueden cambiar la manera en que los oficiales de policía interactúan con la población civil.
El diseño
Lo primero que consideran los fabricantes de cámaras corporales es la ubicación de estos dispositivos ya que antes que nada son «herramientas portátiles». La mayoría de las cámaras posee un botón que el oficial puede presionar dos veces para empezar a grabar. Esto está diseñado para evitar los errores, el botón apenas emerge de la cámara, para evitar que el usuario tenga que buscarlo, y la doble presión es para evitar que comience a funcionar de manera inadvertida. En otros casos las cámaras poseen un control deslizante y se montan en el pecho del oficial.
Existen algunos modelos de grabadoras del tamaño de un lápiz labial que se pueden montar en un casco, en un par de lentes o al cuello del oficial usando un montaje magnético seguro. Sin embargo muchos oficiales no se sienten cómodos usando algo en la cabeza todo el tiempo, por lo que no son las más usadas.
Los videos
Este es un tema bastante complejo. Si la cámara está prendida todo el tiempo, la información se acumula rápidamente. Por ejemplo, el Departamento de Policía de Oakland, Estados Unidos, tiene cerca de cinco años de información, que ocupan 190 terabytes de espacio. En otros casos se utilizan programas avanzados que solo guardan lo que se necesitan. El método más usado consiste en que el oficial enciende el dispositivo cuando crea que es necesario grabar (una decisión tomada por cada departamento de policía hasta el momento), y la apaga cuando ya no sea necesario.
Algunos fabricantes de cámaras corporales más avanzadas utilizan otra técnica: sus dispositivos filman pero en vez de guardar todo, transmiten su video a una central donde otros oficiales monitorean lo que se está recibiendo. Esto transforma a los oficiales en cámaras de seguridad caminantes en cierta forma, mientras otros vigilan lo que se está filmando. Esto genera una cadena de custodia que impide que cualquier mano pueda tocar o modificar la información hasta que llegue a un lugar seguro.
Almacenamiento
Algunas marcas permiten guardar las filmaciones en la nube, la tecnología que permite subir a servidores remotos todo tipo de información. Lo más sorprendente es que la mayoría de las cámaras corporales no poseen un botón para borrar. Una vez grabado cada cuadro de video es encriptado y luego subido a la nube, donde los propios fabricantes no pueden acceder, solo administradores verificados, que usualmente son jefes de policía.
Esto funciona como una habitación de evidencia digital, debido a que la gente debe verificarse para acceder a un video y cada visualización es registrada, como ocurre si uno visita habitaciones de evidencias reales. El registro guarda lo que los oficiales hacen con el video, si se aplican etiquetas o si se copia para uso propio. El video original permanece guardado por unos días determinados por el departamento de policía (usualmente 30) y el administrador recibe una notificación antes de que se borre de los servidores de la nube.
Recuerda que si quieres conseguir las mejores cámaras y sistemas tácticos puedes recorrer el amplio catálogo que posee Tactical Security.
Fuente: The Atlantic